domingo, 14 de junio de 2009

Destapando El Secreto


Mi nombre es Eduardo Abusada, y si están leyendo esto ustedes son la resistencia. En realidad esta frase no tiene nada que ver con este post -retomo el blog luego de meses-, sólo que vi Terminator Salvation y a como de lugar quería repetir la frase de Connor. Bueno, acá es les ajunto una opinión que me han publicado en La Primera sobre el archi vendido libre El Secreto:

Destapando El Secreto

Por Eduardo Abusada / Fuente diario La Primera

Tanto me hablaron del libro El Secreto, y tan arrollador es su marketing que sucumbí al deseo consumista de leerlo. Confieso sin pudor que compré la edición bamba en nueve soles -con regateo de por medio-, pues no me atreví en gastar más en literatura de “autoayuda”. Tengo cierta objeción de conciencia y prejuicio hacia estos libros que te prometen la felicidad perpetua en cuestión de semanas, pero cuando te ataca la crisis de los 30 -como los que cumpliré mañana- y ves que aún no eres la persona que imaginaste hace 10 años, no te queda más que buscar un camino corto para lograrlo, y mejor aún si lo puedes comprar en versión pirata en una esquina de Javier Prado y Arenales. Alcancé a leer poco menos de la mitad, para comprobar mis prejuicios. Probablemente, a mi modesto parecer, El Secreto sea uno de los libros más mediocres en la historia de la imprenta y uno de los timos más grandes de la era contemporánea a la inocencia de la sociedad post capitalista. En el prólogo las palabras “el secreto” se repiten 28 veces (salvo que mi versión pirata esté errada). Esto es una burda manera de tratar de calar en el imaginario colectivo. Hay muchos sinónimos que se pueden usar -como misterio, enigma, verdad oculta, clave, etc- e innumerables maneras de referirse al libro como mandan los manuales básicos de redacción en todos los idiomas. Desde luego, el corrector de estilo de este libro dejó las repeticiones adrede en un intento de crear el menos subliminal de los mensajes. Una técnica que haría avergonzar al mismo Goebbels, el genio maligno que manejaba la propaganda nazi. El mismo que resumía sus métodos en algo así como “miente, miente que algo queda”. Esto es precisamente lo que hace este manual de autoayuda (y autoengaño), pero de forma chabacana. El libro se construye de las opiniones de grandes pensadores, que reconocen ser mejores marketeros, con profesiones tales como “Experto en el Arte de hacer dinero” (sic), como la que ostenta John Assarat, uno de estos gurús. Siguiendo esta lógica de rimbombantes ocupaciones también podría arrogarme el título de “Especialista en destruir libros como El Secreto”. Además, fundan su unigénita y resobada teoría en lo que llaman la Ley de la Atracción, una repetición simplona de la Ley de la Gravedad llevada al campo de los deseos. Es decir, “piensa en algo que se cumplirá”, y si se cumple lo opuesto, es porque, según el libro, en vez de decir “no quiero llegar tarde” has debido desear “sí quiero llegar temprano”, porque la infalible Ley de la Atracción, obvia la palabra “no”. Es psicología inversa de dibujos animados. Sólo puedo decir que el único secreto es “este que tienes conmigo” y como dice el vals, “seguirá escondido una eternidad”.