miércoles, 17 de marzo de 2010

Los amigos de espía


¿Quiénes eran las personas a las que llamaba el espía Ponce Feijóo? Acá algunas pistas, que darían indicios de la estrecha relación del chuponeador con oficiales y altos mandos de inteligencia de la Marina en actividad en ese momento.

Mientras Crousillat sigue más inhallable que la mamá de Marco, y Aurelio Pastor debe andar con un cojín atado a sus posaderas, al mejor estilo de la Chilindrina, del tremendo zapatazo con que García lo despidió del gabinete (¡genial portada de Perú21 hoy! Ya era hora), la variopinta agenda telefónica de Manuel Elías Chito Ponce Feijóo pretende pasar desapercibida. De puro maniático nomás, atando cabos, he logrado descifrar ―no en un 100% de seguridad, pero sí bastante cerca― algunos de los teléfonos con que se comunicó el chuponeador, sobretodo, de los nombres “caletas”, que resultan ser oficiales de la especialidad de inteligencia de la Marina de Guerra, que cuando recibieron las llamadas de Ponce estaban en actividad. De hecho, algunos aún lo están.


¿Qué tratos podrían tener con el espía de BTR? Nadie es culpable de recibir una llamada y figurar en la agenda del chip de Ponce (como figura en el barrido que ya se hizo público), pero cuando el río suena, es porque piedras trae. A todos nos protege la presunción de inocencia, como así debe ser, y para que continúe así, la próxima que Ponce los quiera saludar por su cumpleaños, invitar unas chelas, o quedar para jugarse una pichanguita los domingos (y ojo que no digo para negociar alguna información clasificada o realizar espionaje industrial), sería bueno que le pidan al chuponeador que utilice el ‘cono del silencio’ del célebre agente 86, temible operario del recontra espionaje. En el ajedrez de inteligencia, contrainteligencia y recontrasuperarchiinteligencia (ésta es de broma ah), nadie sabe para quién espía, es decir, que el chuponeador puede acabar chuponeado.


Y sin más preámbulos, los nominados al Oscar de mejor amigo de Maxwell Smart, perdón, de Ponce Feijóo que figuran en su agenda y a quienes llamó, serían, al parecer:


1.- Pedro García, que es uno de los nombres que figura en la agenda. Dudo que se trate de Pedrito García, el habilidoso volante del San Martín. Me inclino más a pensar que sería Pedro García Llaque, contralmirante y actual Director de Inteligencia Naval (DINTEMAR).


2.- Otro nombre que figura en la agenda del chuponeador es “Juan Quezada”. Sin adivinar mucho, tan sólo basándose en lo obvio: en el nombre y apellido, como en casi todos los consignados en la lista; este parece ser el Capitán de Navío Juan Carlos Quezada Chiarella. Mejor conocido en su institución como el ‘queso’ Quezada. Fue Subdirector de Inteligencia Naval (DINTEMAR) en el año 2007 cuando la crisis de fuga de información de inteligencia naval (MARTE-DINTEMAR). Constan tres números telefónicos correspondientes a este nombre en el chip de Ponce.


3.- También varias chapas figuran en la agenda mágica. Una de ellas es ‘Ñeco’. Desde luego, resulta por demás ligero adjudicar a una persona en específico la correspondencia con este chaplín. Sólo se puede decir que este es el conocido sobrenombre del vicealmirante Manuel Arriarán Medina, ex jefe de inteligencia naval de Montesinos y Antonio Ibárcena, entre 1996 y el año 2000. Qué tales joyitas de amigos. Léase bien: Ñeco, no Ñoco.


4.- Alberto Fuster Granthon es otro de los nombres que dio el barrido del chip de Ponce. Al parecer sería un Capitán de Navío retirado y, en su momento, asesor de inteligencia “ad honorem” (o sea, por amor al arte nomás, el sutil arte de la inteligencia) del Ministerio del Interior durante la gestión de Pilar Mazzetti y el viceministro Dardo López Dolz.


5.- Julio Abel Raygada García es otro en el directorio de Ponce. Sin duda, es la vedette de la lista. Si fuese el nombre verdadero, correspondería al contralmirante, ex jefe de inteligencia naval entre 1987 y 1989; y ex jefe del CNI y la DINI entre el 2004 y el 2006. El 8 de enero de 2009, a las nueve horas de la mañana, Ponce se habría comunicado con este número y sostiene una larga conversación, muy poco antes de su captura por la DIRANDRO. ¿De qué tanto hablaron? ¿Le habrá contado la última película de Misión imposible, o tal vez, El agente 007 contra el Dr. No?


6.- Luis Horrutiner, es otro de los nombres de personas “caletas” que salen en la agenda de Ponce. Parece corresponder al capitán de fragata, ex miembro del CNI y actual alto funcionario de la Dirección de Inteligencia, DINI, que ¡oh coincidencia!, tiene el mismo nombre de Luis Horrutiner.


Esto es sólo una parte, y a todo esto, hay un dato que alguien me ha hecho notar. Parece paradójico que durante el año 2007, un analista de la DINI fuera despedido y denunciado por supuesto delito de “espionaje” ante el fuero común, y que se encuentre ad portas de ser absuelto por falta de pruebas, cuando ya serían de acceso de medios de prensa, diversas Notas del frente interno y frente externo del ex CNI y de la dirección de información de la DINI. Es decir, que los documentos “secretos”, son más públicos que los matrimonios de Liz Taylor y Zsa Zsa Gabor. Algo así como el secreto del cebiche, cada quien tiene el suyo y lo cuenta a medio mundo diciendo que es secreto. ¿Si todo mundo lo sabe sigue siendo secreto?


A fin de cuentas, entiendo que el escándalo vende, y que los temas que están en medios de prensa tienen una vida muy corta o un plazo perentorio que acaba con el próximo escándalo, como lo explica la teoría de la “agenda setting” (asuu, fui un alumno aplicado pese a algunos escandalillos universitarios de poca monta). Alguna vez me explico el amable y talentoso ex joven turco del periodismo (si no me equivoco), Federico Salazar, en un cursillo, que en prensa lo interesante desplaza a lo importante, y no recuerdo quién me dijo que lo urgente desplaza a lo necesario.


Sin embargo, el caso de Ponce no debe ser un escandalete más, y “superado el impase”, como encanta decir a los políticos, a otra cosa mariposa. Ponce es la punta del iceberg de toda una red de espionaje industrial que estaría orquestado por la inteligencia de la Marina. Lo refiere Gustavo Gorriti en un artículo en que dice: “El grupo hasta ahora descubierto, que llevó a cabo las acciones de espionaje industrial no solo debe considerarse como marino, que lo es en rigor. En mayor medida es un producto del SIN de Montesinos y su vigencia representa su continuación”. Recomiendo leer todo su artículo aquí: http://www.revistaideele.com/node/369. (Se llama “De la salita del SIN a la suite de Canaán”)


No resulta acaso sintomático que la mayor parte de los nombres de la agenda de Ponce parecen corresponder a especialistas de inteligencia de la Marina. En realidad, no hay nada nuevo acá, es más de lo mismo. Tenemos una montaña tan cerca de nuestras narices, que se nos dificulta ver. Como cuando pones un dedo entre tus cejas. Está ahí, pero la falta de profundidad de la visión del ojo a esa distancia dificulta el enfoque. Por eso, debiéramos investigar a más profundidad para ver lo obvio. No hace falta la espada de Leóno para ver más allá de lo evidente, sólo levantar la piedra adecuada.

lunes, 15 de marzo de 2010

El espía sí tiene quien le escriba



Nuevos documentos demostrarán que BTR recibía información de los mismos servicios de inteligencia peruanos, en los que Ponce Feijóo construyó una red de contactos.

Manuel Chito Ponce Feijóo, el célebre ‘chuponeador’ de BTR, le ganó a Roberto Carlos e hizo “un millón de amigos”. Caretas publicó esta semana la lista de llamadas que hacía el espía, o mejor dicho, la agenda de su celular y los números que marcó. Sin quererlo ―aunque ya no hago prensa, y a veces creo que nunca lo hice―me llegó una de esas relaciones de la lectura de uno de los chips del chuponeador fechada el 19 de enero. Como lo señaló la revista, hay muchos nombres que uno esperaba encontrar, como Meche Thatcher Cabanillas o Luis Giampetri, y otras sorpresas como el muñecón Phillip Butters, o el finado Guillermo Thorndike (sigo amarrado en la lectura del cuarto tomo de su biografía Grau. Monumento de escritor el gringo, pese a todo). Sin embargo, eso no es todo. Está por venirse una avalancha de documentos sobre los contactos de Ponce que demostrará la coladera de información que existe actualmente en nuestros servicios secretos, una verdadera oferta y demanda de secretos de estados, entre otras perlitas privadas.

La lista a la que accedí tiene algunos nombres más de los que mencionó Caretas y otros que faltan, aunque la mayoría coinciden en ambas lecturas. Teléfonos celulares y fijos (Cfr. Conversación en la Catedral cuando su padre le dice a Zavalita: “Imbécil, para conspirar no se usa el teléfono de la casa”. Claro, con las nuevas TIC el consejo pierde peso). Sospecho que son listas de chips distintos de Ponce Feijóo. Identifique incluso algunos amigos, esos de hola y chau (yo les dijo hola y ellos me contestan chau).

Reza el viejo dicho, “dime con quién andas y te diré quién eres”. Sin embargo, realmente qué culpa pueden tener estas personas de haber sido telefoneados por Chito Ponce. Sabe Dios qué quería de ellos, incluso hasta podría haberles ofrecido información en venta. Allá ellos si aceptan o no. Pero desde luego la prensa mete a todos en el mismo saco. Uno puede pensar en su defensa que incluso hasta podrían estar extorsionándolos, pues ciertamente no imagino que Ponce Feijóo sea un chuponeador como el agente de la Stasi que encarnó Ulrich Mühe en La vida de los otros. En el filme, el espía estaba convencido de que lo que hacía, lo hacía por la patria, e incluso se jugó la vida por “su chuponeado”. Es un poco la figura con que termina la primera entrega del libro Petroaudios de Gustavo Gorriti, donde se dice que Ponce Feijóo decide cantar por un motivo ético “Recordando a la gente que ajusta sus vidas y las de sus familias con sueldos escuálidos y responsabilidades altas, porque es lo correcto, eso es lo honorable y así debe ser”. Bueno, como yo soy un desencantado de la especie humana, mastico esa hipótesis pero aún no me la trago.

Sin embargo, eso no es tanto lo grave. Lo que resulta peligroso, aunque obviamente esperable, es que en muchos de estos nombres logré identificar a ex funcionarios de inteligencia de la Marina de Guerra (DINTEMAR), del desactivado Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) y de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), que reemplazó al CNI. Desde luego eran colegas de Ponce y seguramente muchos andan en el mismo rubro y por eso es obvio que estén en sus llamadas, pero demuestra el descalabro de nuestro de sistema de inteligencia. Es decir, que tenemos a decenas de especialistas que supuestamente “servían a la patria” vendiendo información clasificada al mejor postor.

Y aún falta lo peor, pues no se trata sólo de gente en retiro, sino que Ponce Feijóo tenía toda una red aún en actividad. De buena fuente me informan que hay nuevos documentos que saldrán en breve pare revelar nuevos casos de tráfico y fugas de fugas de información en el sistema nacional de inteligencia, del desactivado CNII y de la relativamente reciente DINI, que habrían hasta el momento pasado piolas. Se revelará en los próximos días una verdadera colección de las llamadas Notas de Información que habrían llegado en cantidad y tiempo real a BTR, al parecer, entre los años 2005, 2006 y 2007, éste último espacio, en que, coincidentemente se produjo un problema de fuga de información de un canal de comunicación de inteligencia (DINTEMAR - MARTE).

Para hablar en buen cristiano, nuestro sistema de inteligencia tiene más coladeras que la selección de Chemo, más fugas que el gasoducto de Camisea. No debe extrañar que Ariza sólo sea un chivo expiatorio de esta novela, y que Bachelet sepa más del Perú de lo que estaba enterado Jorge Basadre.

Así que ya sabe, si desea información para invertir en el país, tirarse abajo a la competencia empresarial, hundir a un político, bombardear un puesto fronterizo, o hasta una foto in fraganti para sacarle el divorcio a su pareja, haga su cola en los servicios de inteligencia. ¡Llame ya!, ¡se agota rápido! (como Teleguía)

Justamente, sobre los problemas y la complicada trama y coyuntura que prosigue aquejando a la inteligencia (ya no sé si llamarla así, me surgen ideas, pero no quiero ser malcriado) peruana, presentamos a continuación un trabajo de Andrés Gómez de la Torre, ex asesor de la Comisión de Defensa Nacional e Inteligencia en el Congreso y ex Director de la Escuela de Inteligencia, quien muestra su profunda preocupación acerca de posibles modificaciones y cambios a la ley de inteligencia nacional:



Inteligencia: ¿Recuerdos de magros futuros?
En relación a un Dictamen aprobado en comisión legislativa del Congreso

“¡Cuidado con el SINA!”, Fernando Rospigliosi, Perú 21, 13 de mayo de 2007.

Por Andrés Gómez de la Torre Rotta *
En el año 2006 el Congreso de la República promulgó la ley Nº 28664 del Sistema de Inteligencia Nacional y de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI). La flamante norma es la octava que regula la inteligencia peruana, desde la creación del SIN, el 27 de enero del año 1960 por el gobierno del Presidente Manuel Prado y Ugarteche. La nueva ley trajo una interesante novedad: Una Comisión Parlamentaria independiente de Inteligencia. Hasta antes de su aparición, la fiscalización de las actividades de inteligencia se realizaba de manera múltiple por la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno, Inteligencia, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las Drogas. A partir de agosto del 2006 ―en que entró en vigencia la norma― una Comisión de Inteligencia de especiales características que sus pares congresales, pero con las mismas atribuciones que una Comisión Ordinaria (tal como lo establece el Reglamento del Congreso, el cual tiene fuerza de ley), tomó la misión de realizar la necesaria fiscalización sobre el SINA y la nueva agencia: la DINI.

Esta novedosa Comisión de Inteligencia entró en funciones el 28 de julio del 2006, y tal como se concibió en su momento, no sería una comisión dictaminadora propiamente dicha; sino, más bien, de fiscalización, contrapeso y control neto. Sin duda, la labor de Mauricio Mulder ―como su Presidente― nos parece acertada, sobria y bien intencionada.

Todo este proceso nos obliga a revisar algunos hitos y antecedentes importantes. Recordemos el año 1984, cuando fueron promulgados los Decretos Legislativos 270 y 271, del SINA y el SIN, en que se intentó articular el sistema de inteligencia en base a un órgano denominado Consejo Superior de Inteligencia conocido en su época como “COSI”. La idea de éste Consejo fue institucionalizar la inteligencia peruana, porque la norma precedente (Decreto Supremo s/n del 30 de setiembre de 1960) a todas vistas resultaba anacrónica y caduca para los nuevos tiempos. Años después, en 1991 y 1992, se promocionó un supuesto “efectivo” modelo centralista y unificado de toma de decisiones en virtud a los Decretos Legislativos 746 y Decreto Ley 25635. Allí, es fulminado y desaparecido el “COSI”. El artículo 7º, Sección I, Capítulo III, del Decreto Ley 25635, De la naturaleza, funciones y estructura, señaló que:

“El Servicio de Inteligencia Nacional es el organismo Central y Rector del Sistema de Inteligencia Nacional. Tiene rango Ministerial y se encarga de producir, integrar, dirigir, coordinar, controlar y realizar en los niveles a que se refiere el Artículo 4º [Nacional, Dominio o Campo de la actividad, Operativo] actividades de inteligencia y contrainteligencia…” (Agregados en corchetes son nuestros)

Tal como refieren algunos jerarcas de la época, hubo intentos durante el segundo quinquenio de los años ochenta para perfeccionar las normas 270 y 271 del SINA y SIN, pero ellos no prosperaron (Edwin Díaz Zevallos). Respecto a la legislación de inteligencia generada con posterioridad ―nos referimos a la década de los noventas―, ésta se mantuvo incólume, salvo por unos pequeños añadidos residuales que revelaron la vocación “expansiva” que se tenía en aquel momento para su empleo por parte de las autoridades y decisores de turno.

Distinto parece ser el momento presente y contexto reciente, pues llama la atención que, de manera tan abrupta, se pretendiera modificar sustancialmente la nueva Ley de Inteligencia 28664 a escasos 4 años de su promulgación, mediante la presentación de dos Proyectos de Ley: Nºs 1757/2007-CR (octubre 2007) y 2563/2007-CR (julio 2008), que han derivado en el estreno de la condición dictaminadora de la Comisión de Inteligencia, efectuada el 1º de abril del 2009.

Nos preocupa sobre manera el segundo proyecto (PL 2563), que da origen al Predictamen y Dictamen aprobado en la Comisión de Inteligencia. En primer lugar, por un error ―o gaffe― de técnica parlamentaria monumental: colocar la Fórmula Legal por encima del Considerando, de la Exposición de Motivos, del Análisis Costo Beneficio y del Impacto de la Norma en la Legislación Nacional, ocasiona que, para efectos prácticos, el proyecto de ley posea nada menos que ¡dos fórmulas legales¡ Dudo que en la elaboración de algún predictamen se pudiera cometer un error de tal naturaleza y magnitud. ¿Dónde estuvieron los asesores del despacho congresal? ¿Por qué se pretende forzar a un aparente ricorsi o deja vú mal planteado, a modo de otorgarle al SINA una dirección central (modificación por adición del artículo 5.2 de la ley 28664)? Si la idea era perfilar un genuino modelo centralista unificado se debió liquidar ipso facto el Consejo de Inteligencia o COIN, que resulta contradictoriamente fortalecido en el mismo proyecto al proponerse la inclusión de los Directores de Inteligencia de las Fuerzas Armadas en el mismo (DINTE, DINTEMAR y DIFAP). Además, recordemos que el modelo centralista estuvo inspirado en el Decreto Legislativo Nº 746 (Capítulo III, artículo 7º) de 1991, tomando luego forma idéntica en el Decreto Ley 25635 de 1992. Este último fue “perfeccionado” a partir de un artículo clave, el Nº 24:

“Los titulares de los Órganos de Inteligencia Nacional que conforman el Sistema de Inteligencia Nacional son designados con opinión favorable del Jefe del Servicio de Inteligencia Nacional…”

Entonces, según la propuesta del proyecto de ley de marras, ¿de qué clase de herramientas tangibles dispondrá el Director Ejecutivo de la DINI o el SINA para afirmar el carácter “central” de la dependencia que preside? En el SIN de los años noventa, hubo llaves que daban la solución.

El problema se complica aún más cuando en la Exposición de Motivos del aludido Proyecto de Ley 2563 no se desarrolla, aclara, comenta o, al menos, menciona lo qué se entiende, o debería entenderse, como el concepto de dirección central. En todo caso, por lo menos, debió insertarse dentro del Glosario para no dejar dudas o cabos sueltos de tan sensible precepto. Se deja, además, inexplicablemente en la “segunda fórmula legal inserta”, intacto el carácter de órgano rector especializado y las funciones de la DINI. Surge un agujero negro, ¿quién asume dentro del SINA la mentada dirección central?

La Inteligencia es para pocos

La ley 28664 vigente, en su artículo 4º contiene unos estimulantes y acertados principios que regulan la actividad de inteligencia. Nos detenemos en uno de ellos, el de la Circulación Restringida, que señala claramente que el producto de inteligencia está destinado a un reducidísimo núcleo de usuarios, consumidores o clientes: los tomadores de decisión.

Pero la peregrina idea planteada en el Proyecto de Ley Nº 2563 para establecer un “canal de comunicación con entidades privadas” (modificación por adición propuesta para el artículo 24º) y repetida en el Dictamen aprobado, abre una compuerta que no se conoce en la legislación comparada reciente latinoamericana de inteligencia. Esto ha generado mucha extrañeza entre los especialistas del entorno, y queda plasmado de manera textual sin tener, siquiera, algún aporte imaginativo de redacción legislativa dentro del Dictamen (aprobado en sesión ordinaria del 1º de abril de 2009). Contrario sensu y con acierto, el Predictamen paralelo elaborado el 11 de marzo de 2009 por la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las Drogas en calidad de Comisión dictaminadora segunda ―por la materia―, sorteó con mucho más sagacidad y solvencia la propuesta con una sólida y consecuente redacción de contención:

“Y, excepcionalmente por razones de urgencia, a las entidades del sector público y los gobiernos regionales” (art. 24º, Funciones de la Dirección Nacional de Inteligencia).

Con este texto, que fue mejorado en virtud de un texto sustitutorio, elaborado con posterioridad por la asesoría técnica de la Comisión de Defensa Nacional el 1º de abril de 2009, previa autorización del Presidente del Consejo de Ministros, observamos una gran diferencia en el enfoque de la asesoría parlamentaria en ambas Comisiones.

Pero queda otro cabo suelto no menos importante: la Ley Nº 28748, Ley del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional. Ésta contiene una definición del Sistema de Inteligencia Nacional (capítulo III, artículo 14º), por lo que una reconversión de apertura tan traumática como otorgar y crear canales de “comunicación” (no de inteligencia) del SINA al sector privado, debe pasar forzosamente por el perfeccionamiento y rediseño de esta norma; lo que no se ha efectuado en el Proyecto de Ley ni en el Dictamen aprobado en la Comisión de Inteligencia.

Inteligencia Exterior

No comprendemos qué se pretende hacer con la Dirección General de Asuntos de Seguridad y Defensa del Ministerio de Relaciones Exteriores ―que ciertamente es parte del SINA e integra el COIN―, cuando se dota en el PL 2563 y en el Dictamen aprobado (la redacción de ambos es totalmente similar) en Comisión de Inteligencia, de facultades de “elaboración y ejecución de medidas de contrainteligencia del Ministerio en el país y en el extranjero”. ¿Con qué medios?: ¿de la DINI?, ¿de algún órgano componente del SINA? ¿No debería, acaso, ser un órgano por excelencia de colección y análisis? Tal como se señaló claramente, dicha entidad aparece en la Ley 28664 “como similar al Bureau of Intelligence and Research del State Department de los Estados Unidos de América; es decir, un órgano de inteligencia que sin poseer medios propios de obtención de información y realización de operaciones encubiertas de inteligencia, colecta y analiza información diplomática, obtenida por el cuerpo diplomático en el exterior”.(1) Como sabemos, esta entidad se dedica fundamentalmente, bajo la modalidad de empleo de su capital humano a modo de medio de colección humana (HUMINT), a obtener información de fuentes abiertas (OSINT).

Es cierto que la DINI, según la ley 28664 sigue siendo estructural y teóricamente el típico modelo tradicional de agencia central (de inteligencia) de estilo latinoamericano (José Manuel Ugarte), como sucede en Brasil, Argentina o Colombia (antes de la liquidación del DAS y la presentación del PL 189 para la creación de un nuevo ente: la AIC); pero, por ley vigente, y por la competencias que le son otorgadas, la DINI no es ni asomo del “modelo peruano” de entidad centralista implementado en el SIN de 1992. Éste último, en extremo parecido al centralismo planteado por los servicios secretos de la Europa oriental durante la guerra fría (Securitate, StB, NKVD - KGB, Stasi).

Habrá que pensar qué se entiende en el institucionalizado y políticamente contrapesado modelo anglosajón por “central” y qué se entendió o sigue entendiendo en el Perú sobre el mismo. No está demás recordar que la norma vigente (28664) avanzó en materia de control sobre las actividades de inteligencia del SINA y DINI, insertando controles externos y paralelos desde el Congreso a partir de una Comisión Ordinaria Independiente; y desde el Poder Judicial, por intermedio de Vocales Superiores Ad Hoc para la autorización de las Operaciones Especiales de Inteligencia requeridas.

Sin duda, el proceso evolutivo reciente de la inteligencia peruana es un drama plagado de despropósitos, que pretende forzar un retorno inviable y hasta lírico a los supuestos “años dorados” de la inteligencia en 1992. Quedan muchas interrogantes que se deberán despejar, ya que como bien señala el profesor español Miguel Revenga sobre el lenguaje de los textos legales, este “nunca es inocente”. Además, por si fuera poco, está plagado de coartadas para evadir responsabilidades políticas (2).

Desde el punto de vista histórico, la trama jurídica de la inteligencia peruana ha pasado por dos tendencias clarísimas: el supuesto, artificioso, localista y extremista modelo “centralista unificado” de 1991 (Decreto Ley 746) y 1992 (Decreto Ley 25635), que se pretendería revivir con el contradictorio Dictamen del 2009; versus el modelo colegiado de toma de decisiones de 1984 (Decreto Legislativo 270), 2001 (Ley ordinaria 27479) y 2006 (Ley ordinaria 28664). Respecto del centralismo peruano de los noventa, en nada se parece al centralismo anglosajón. Recordemos, por ejemplo, la reciente unificación del 2004, cuando en los Estados Unidos se modificó el Acta Truman de 1947 que dio vida a la CIA, reemplazante de la OSS (3), para dar paso a una Dirección Nacional de Inteligencia unificada por encima de la CIA y de todas las agencias de inteligencia gubernamentales, y así lograr una supuesta eficacia en la lucha contra el terrorismo global.

Finalmente, en el Perú, el pleno del Congreso, en su momento, al debatir el primer Dictamen de Inteligencia, deberá proceder a corregirlo y desbrozarlo. El sistema de inteligencia no debe quedar regido por una retaceada ley a modo de cajón de sastre.

Citas
(1) Ugarte, José Manuel. “América Latina, Inteligencia y el rumbo hacia la institucionalización”. Pg. 189. “SIN Arcana Imperrii, Inteligencia en Democracia”, Andrés Gómez de la Torre, compilador. Foro Libertad y Seguridad. Lima 2007.
(2) Revenga, Miguel. “El control del Centro Nacional de Inteligencia. A males extremos, paliativos”. “CLAVES, de razón y práctica”. Madrid, 2003.
(3) Gómez de la Torre, Andrés. “Evolución reciente y contextos de la legislación de Inteligencia. El caso del Perú”. En “Sistemas de Inteligencia Comparados. Aportes al caso peruano”, Lima: IDEPE, 2010. Laura Chamorro editora. Véase también del mismo autor “Cómo intentar hacer Inteligencia en tiempos de democracia” en “La gestión de la Seguridad en tiempos de transición militar”, Lima: IDEPE, 2002. Enrique Obando, editor. También véase “Inteligencia: ¿palabra prohibida o tema pendiente de la agenda de seguridad en la región?”. En “2010 una agenda para la Región”, Ed. TAEDA y DEF, Buenos Aires, 2007, Fabián Calle y Fabián Bosoer, compiladores.

* Coautor de la reciente obra colectiva: “Sistemas de Inteligencia Comparados: Aportes al caso peruano”, IDEPE, 2010. Ex asesor jurídico y especialista de la Comisión de Defensa Nacional e Inteligencia del Congreso y en grupos de trabajo y despacho congresales de dicho poder del Estado. Ex Director y actual profesor de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI-DINI). Profesor en la Escuela de Inteligencia de la Fuerza Aérea (EIFAP). Ex Jefe del Frente Externo del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI). Ex analista de inteligencia exterior / Frente Externo del SIN. Corresponsal de la revista argentina “DEF” Seguridad y Defensa en Lima, Perú. Colaborador regular en el boletín electrónico del Instituto de Estudios Internacionales IDEI-PUC, e investigador en el Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos (IDEPE). Miembro del Foro Civil - Militar del Instituto de Defensa Legal – IDL. Próximo a publicar el artículo “Redefiniendo Inteligencia en la región” en DEF Argentina, a raíz de una reciente visita del jefe de la CIA, León Panetta, a algunos países del área.

viernes, 12 de febrero de 2010

La perpetua agonía de J.Bayly


Mientras aumenta muy tempranamente el fragor de la contienda electoral, llega a mi correo esta columna que alguna vez escribió en el 2006 para el diario Correo –al parecer la autoría es cierta-, el repentino outsider político Sr. Jaime Bayly. Vale la pena recordar que, a veces, uno es esclavo de sus palabras, habladas o escritas. No digo que nunca votaría por él, puesto que esta semana comprendí en carne propia que es cierto eso de “nunca digas de esta agua jamás he de beber”, pero antes de darle mi voto (Ojo: no confundir la última palabra con otra de sonido similar y anatómica) al Sr. Bayly, me lo pensaría muchas veces. (E.Abusada)

La perpetua agonía

(Jaime Bayly)


Los nacionalistas dicen que aman al Perú. Yo no amo al Perú. Me encantaría, pero no puedo. El Perú son millones de personas. No puedo amar a tanta gente. No soy tan amoroso. No me alcanza el amor. No puedo amar a gente que no conozco. Ni siquiera puedo amar a mucha gente que conozco. Si no consigo amar a mis padres, no sé cómo podría amar a todos los peruanos. Es demasiado. Yo amo a mis hijas, pero no al Perú. No puedo amar a tanta gente. No puedo amar a un país entero. (Ribeyro escribió: “El verdadero amor, en la medida en que excluya toda reciprocidad y recompensa, sólo se da en la vía consanguínea. Todo el resto es desvarío, ilusión o accidente”).
Yo no soy nacionalista. No quiero más al país en que nací por decisión de mis padres, que a otros países que conocí en ejercicio de mi libertad. Se quiere a los países en los que se ha sido feliz. Se quiere a los países que uno admira, a los que uno agradece ciertas cosas, en los que uno se siente cómodo de estar en mayoría o, más importante aún, de estar en minoría. Yo admiro más a otros países que al país en que nací. He sido más feliz en otros países (Estados Unidos, Argentina, España) que en el Perú. Pero tampoco creo que sea exacto decir que amo a esos países, a ningún país. Los países son abstracciones colectivas y yo sólo puedo amar a personas, a individuos.
Nací en el Perú por obra del azar. Nadie elige a sus padres ni al país en que nació. Son accidentes benignos o perniciosos o inocuos. Nadie está obligado a amar al pedazo de territorio en que nació. Nadie está obligado a encontrarlo bello o sobrecogedor sólo porque allí fue parido y fue al colegio. El Perú no me parece un país particularmente admirable o glorioso. Me parece un país extraño, inexplicable, aturdido, violento, confuso, autodestructivo. Tampoco creo que sea el país más lindo del mundo, ni su bandera la más vistosa, ni su himno el más conmovedor, ni sus héroes los más heroicos, como me enseñaron en el colegio. Conozco países más lindos y admirables que el Perú. No veo por qué tendría que negarlo sólo porque nací en el Perú.Nadie tiene por qué asociar su destino personal al destino del país en que nació. Si ese país es violento, irracional, autodestructivo, y la mayor parte de sus habitantes ignoran o repudian las formas civilizadas de convivencia, y se condenan por eso a un destino triste, bárbaro, miserable, no parece justo convertirse en rehén o compañero de ruta de esas personas confundidas, someterse a sus designios y renunciar al sueño personal de vivir con toda la libertad que sea posible. El destino del Perú no es mi destino. El destino de ningún país es mi destino.
Quiero que al país en que nací le vaya bien. No depende de mí, sin embargo. Yo sólo tengo el poder, si acaso, de que a mí me vaya bien o mal. Ni siquiera tengo el poder de que a las personas que más amo les vaya bien o mal. Puedo guiarlas, ayudarlas, aconsejarlas, pero dependerá finalmente de ellas que les vaya bien o mal (y sospecho que les irá mejor si ignoran mis consejos). El destino de una persona puede que sea, con suerte, la suma de sus decisiones individuales, el ejercicio -inteligente o estúpido, valeroso o cobarde, laborioso o pusilánime- de su libertad. Del mismo modo, el destino de un país puede que sea la suma de las decisiones colectivas de cada uno de los individuos que lo componen. Si la mayor parte de esas personas deciden mal, repetida y sistemáticamente mal, y por consiguiente hunden a su país en un destino aciago, sólo caben dos opciones para escapar de las seguras miserias que vendrán y torcer esa suerte malhadada: cambiar el modo en que piensan y deciden esas personas o cambiar de país. Yo sólo puedo hacer lo segundo. Lo otro sobrepasa mis fuerzas.
Espero que al país en que nací le vaya bien. Pero si le va mal, o si incluso le va peor de lo mal que ya le iba, no estoy dispuesto a que a mí también me vaya mal por puro patriotismo, por hacer míos los errores de muchos otros y acompañarlos lealmente hasta el final. Porque, además, los países, a diferencia de las personas, siempre pueden estar peor. Las personas, no: llega un momento en que la decadencia progresiva de su salud acaba con sus vidas. Los países, en cambio, nunca se mueren. Algunos eligen ser saludables, prosperar, aprender de los más sabios y fuertes; otros, como el país en que nací, suelen elegir, por misteriosas razones, el camino del sufrimiento, la decadencia y la perpetua agonía. Y, ya se sabe, nunca se mueren, siempre pueden estar peor.
Mi patria no es el lugar en que nací. Mi patria son mis hijas, mis amores, los libros que me iluminaron, las películas que me conmovieron, cada lugar en que fui fugaz e inesperadamente feliz, cada circunstancia que afirmó mi libertad personal y me hizo ser quien ahora soy. Mi patria son muchas pequeñas patrias y están diseminadas en muchos lugares distintos en los que no me siento un extranjero. (Javier Cercas lo dice bien en Soldados de Salamina, esa espléndida novela: “En cuanto a la patria, bueno, la patria no se sabe bien lo que es, o es simplemente una excusa de la pillería o de la pereza”).
Yo no soy un patriota ni aspiro a serlo. No soy un nacionalista y odiaría serlo. Soy o quiero ser un hombre libre. Y así quiero vivir y morir, aunque no sea en el Perú.

viernes, 15 de enero de 2010

"Es discriminación contar chistes de arequipeños"

Me senté a conversar sobre la lucha contra racismo con mi buen amigo Wilfredo Ardito para ver los avances en el 2009. Aunque se ha convertido en un abanderado en el tema, domina otras materias. En general todo asunto en que se requeria a un defensor de las minorías. Si alguien dice “oh, y ahora ¿quién podrá ayudarnos?”, Wilfredo, cual Chapulín Colorado, irrumpirá en escena…aunque sin romper nada. Dato curioso de esta entrevista: Los chismes de arequipeños son tambien discriminación.

(Entrevista por Eduardo Abusada)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Tantas veces Alfredito


Sí, dieciséis veces parecen muchas. Tantas. Cada una tan censurable como la anterior… ¿y qué? ¿No son acaso mucho más las ocasiones en que el buen Alfredo Bryce Echenique ha llevado el nombre del Perú bien alto?, ¿no son acaso muchas más las horas en que nos hemos deleitado con sus entrevistas?, ¿no son acaso muchas más las lecturas –esas sí muy propias- de placer orgásmico intelectual que nos ha dado el buen Alfredo con sus libros y cuentos?
Entrevisté al escritor en la campaña presidencial del 2006. Me citó en el Bar Inglés del Hotel Country. En una esquina del salón, frente a una copa de sabe Dios qué, a media luz, con sus lentes redondos –mismo John Lenon, pero de marco más grueso-, me esperaba Alfredo Bryce. No le hizo ascos para nada que viniera de un diario popular o “chicha”, como solía pasarme con otros intelectuales. Acabbaa de publicar su libro de ensayos Entre la soledad y el amor, que a decir a verdad, no fue de mi gusto, lo cual no le resta calidad, sino que mis preferencias literarias a veces son algo “huachafas”, y suelo colapsar ante lecturas inteligentes. Quedé con su editor, Germán Coronado, hablar de su libro de ensayos, del cual le hice apenas una pregunta; pues tenía que jalarle la lengua con preguntas políticas. ¡Estábamos en plena campaña pues! La cultura podía esperar unas semanitas. En fin, nos cagamos de risa, y salí con las urgentes ganas de volver a leer Tantas veces Pedro, y convencido de que aquel hombre que tenía al frente era un demócrata. Francamente tenía ganas de zamparme un traguito y quedarme ahí, pero el editor me apuraba, y bien visto el local, una borrachera me llevaría a la bancarrota.
Pero también saqué otra impresión. Alfredo Bryce, pese a su genialidad, era un hombre atacado por años de depresión e inconformismo. Un hombre que ya había hecho lo suyo y le tocaba el turno de descansar. Alguien, que tal Neruda, podría decir “Confieso que he vivido”. Y, en cada momento de su vida, en sus libros y clases en universidades francesas, llevó con gallardía y finísimo humor, el nombre de nuestro país. Y, sin embargo, es así cómo le pagamos.
Es regocijo del hombre mortal ver a los héroes caídos, revolcarnos en sus miserias –nótese el éxito de Magaly Medina-, y es además, un agregado del ser peruano (el ‘homo peruannus’) el ser “mal agradecido”. Hacer leña del árbol caído es nuestra premisa. Hacerlo serrín aún mejor. ¿Es así cómo pagamos a nuestros héroes? Desde luego que sí. Ahora que reviso un poco de historia (Nota aparte: estar desempleado no es del todo malo, da tiempo para cultivarse. Bien decía un personaje de Dos Passos en Manhattan Transfer: “La huelga es la universidad del obrero. Puede estudiar, ir a la biblioteca”. Y sí que se cumple, pues también leí a Dos Pasos desempleado, una lectura que tenía 3 años pendiente); como decía, revistando un poco la historia vemos que el gobierno de Mariano Ignacio Prado declaró traidores a la patria a Miguel Grau, Lizardo Montero, Aurelio García y Manuel Ferreyros, los llamados “Cuatro Ases” de la escuadra peruana. Y se les enjuició como vulgares criminales por no aceptar a un extranjero mercenario al mando de la Marina, luego de que éstos hombres se batieran por el país en el combate del 2 de Mayo y Abtao. Luego, de que se fajaron contra los españoles que querían reconquistarnos, y pusieron en fuga a la imbatible fragata ibérica, La Numancia. ¡Así es como en nuestro país muchas veces se paga a los héroes! ¡Así es cómo hoy le queremos pagar a Alfredo Bryce su invalorable aporte a las letras peruanas!
Con sus defectos y virtudes, el buen Alfredo ya ha ganado su nombre en el Olimpo de las letras nacionales, y latinoamericanas. Y ganado él solito, y eso no está en debate. Si cometió errores, según el mismo INDECOPI que acusó a Nicolás Yerovi de plagiar su propio libro, pues que pague y punto. Pero de nada vale el escarnio.
¡Dieciséis veces!.. bah. La amigdalitis de Tarzán me salvó de los males de amor cientos de veces (para este neófito lector, la mejor de Bryce); Tantas veces Pedro me curó la nostalgia otras cientos de veces; Un mundo para Julius me quitó el mal humor miles de veces; La guía triste de París me…bueno, esa no sé qué me hizo porque me olvidé el libro en la combi, y aún me faltaban unos cuentos, aunque los leídos me hicieron olvidar esas decenas de tortuosos paseos en combi –creo que ese fue su aporte-. ¿Todo eso no cuenta acaso?
La ley es dura, pero es la ley, reza una máxima jurídica. El agradecimiento y la memoria también son duros de reconocer, “pero son” como diría Vallejo. Y como corolario, me quedo una frase final, que “intelectualoidismo PUCP” del Juanito le adjudica al buen Alfredo: “Es mejor ser borracho conocido que alcohólico anónimo”. Salud maestro, Ud. ya hizo mucho más que todos sus críticos. Gracias por ello.


Por Eduardo Abusada Franco

viernes, 23 de octubre de 2009

“La inteligencia debe combatir la corrupción y evitar más petroaudios”

En la foto de Caretas: Andrés Gómez de la Torre a la Izquierda

A propósito del escándalo de los petroaudios, que sigue dando de qué hablar e involucra a personas vinculadas al gobierno, a una rama de las Fuerzas Armadas, a las empresas privadas dedicadas al rubro de seguridad y a periodistas, -entre otros-; y de los problemas recurrentes que significan para los gobiernos el manejo y control de sus servicios secretos, el Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos (IDEPE) y su área de investigación en asuntos de inteligencia presentarán el libro Sistemas de inteligencia comparados: Aportes al caso peruano”. La obra analiza desde distintas perspectivas los casos de los Estados Unidos, Colombia, España, Israel, Europa del Este y desde luego, Latinoamérica y el Perú. Entrevistamos a Andrés Gómez de la Torre Rotta, coautor del libro, quien luego de estar muchos años vinculado a los servicios de inteligencia, se encuentra actualmente publicando diversos trabajos y ensayos sobre el tema, además de ser corresponsal de la revista de seguridad y defensa “DEF” Argentina en el Perú.

Andrés, al parecer contigo se está cumpliendo eso de que los funcionarios de inteligencia se convierten en prolíficos ensayistas a su salida de los servicios secretos.
En el Perú no es lo usual, pero en otros países más avanzados sí. Releo en estos dias At the center of storm (En el ojo del huracán o En el centro de la tormenta) de George Tenet, donde detalla y analiza la crisis del atentado de las Torres Gemelas del 11S desde la perspectiva de la CIA y las agencias de seguridad de los Estados Unidos. La magnitud del asunto fue tal que hizo recomponer la legislación de inteligencia norteamericana y provocó la reforma de la célebre Truman Act de 1947, que creó la actual arquitectura jurídica de seguridad de los EE. UU. El 11S fue la segunda gran crisis de inteligencia norteamericana, pues la primera fue en los setenta, con en el caso Watergate, que desembocó en la creación de los famosos Comités Selectos de Inteligencia en el Congreso (1974), Senado y Representantes: Comité (Otis) Pyke y Comité (Frank) Church. Ambos casos fueron verdaderos terremotos para la institucionalización y credibilidad de la inteligencia de Estados Unidos.

Claro, pero como en tú caso, en nuestra región, ¿los ex funcionarios de inteligencia se están dedicando a escribir?
Desde luego. Está el libro del abogado Horacio French, ex funcionario por alrededor de 20 años en la Secretaría de Inteligencia del Estado, la SIDE argentina (hoy S.I.). La obra se llama Servicios secretos en crisis (Ediciones El Emporio). Vale la pena leerlo. Hay otros trabajos a modo de ensayo en otras obras recientes de funcionarios salientes de otros países del área, como el finado Pablo Dreyfus de Argentina, Andrés Felipe Sáenz de Colombia, o Carlos Maldonado de Chile. Otros lo hacen al revés: primero escriben y luego ingresan al servicio, pero no es lo usual, como es el reciente caso del Dr. Enrique Obando en el Perú y su importante trabajo La reestructuración de la inteligencia en el Perú: Sus avances y sus problemas (Inteligencia y Seguridad: Revista de análisis y prospectiva, Nº 5, diciembre 2008 – marzo 2009, Madrid, número dedicado al tema de América Latina).

Siempre es recurrente asociar inteligencia con crisis políticas y escándalos. ¿En qué han desembocado las crisis últimamente en Latinoamérica reciente?
Veamos un poco. En México en el 2001 con la transición de Fox del PRI al PAN; al igual que en Perú con su crisis de viabilidad del extinto Consejo Nacional de Inteligencia (CNI, 2004); y de manera similar en Colombia en el año 2005 con la crisis del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), y en Ecuador en el 2008 con la crisis derivada del incidente de Angostura, se dieron hechos asombrosamente similares: se establecieron Comisiones Especiales del más alto nivel para el estudio, diagnóstico y reforma de los servicios de inteligencia. En todos estos casos se esbozaron un conjunto de recomendaciones cuya salida final consistía en la sugerencia de una profunda reforma normativa de los mismos. No es casual entonces que estos países, luego de la Comisiones surgidas, modificaran su marco legal: México promulga en el 2005 su Ley de Seguridad Nacional, que incluye por completo al CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional); el Perú en el 2006 promulga la Ley 28664 de creación de la DINI; Colombia en marzo de 2009 la Ley 1288 de Fortalecimiento del Marco Legal que permite a los organismos que llevan a cabo actividades de inteligencia y contrainteligencia cumplir con su misión constitucional y legal; y, Ecuador acaba de promulgar su nueva Ley de Seguridad Pública y del Estado, creando una nueva entidad de inteligencia, la que remplazará a la actual agencia DNI, basada en la antigua y vetusta Ley de Seguridad Nacional del año 1979 (bajo gobierno militar).

Hablando específicamente de Perú, luego de los famosos “petroaudio”, ¿habrá algo nuevo para la inteligencia en nacional?, ¿alguna forma de que no se repitan los hechos?
Antes de que estallara la crisis hubo una respuesta, la misma que pasó inadvertida: en la Comisión de Defensa Nacional del Congreso y la Comisión de Inteligencia está el Proyecto de Ley Nº 1757/2007-CR, presentado por Alianza Parlamentaria el 18 de octubre de 2007. Rescato de él su impecable Exposición de Motivos y su precisa fórmula legal. Fue elaborado con la asesoría de un destacado asesor parlamentario como es Julio Rodríguez Rosas, e invoca el artículo 11º de la Ley 25520 del 2001 de la República Argentina, y el artículo 24º de la Ley 19974 del 2004 de Chile, en el sentido de prohibir de forma expresa el empleo de mecanismos “intrusivos, clandestinos, encubiertos o invasivos”; es decir, procedimientos de inteligencia que vulneren derechos fundamentales de la persona humana, por parte de entidades privadas a modo de “inteligencia paralela, paraestatal” o de “tercerización de servicios”. Esto ya se veía venir. En Buenos Aires fue publicado a fines del año 2007 el libro colectivo 2010: Una Agenda para la Región (Ed. TAEDA & Revista “DEF” Argentina. Fabián Calle y Fabián Bosoer, compiladores). En dicha obra desarrollo publiqué el artículo Inteligencia: Palabra prohibida o tema pendiente de la agenda regional y desarrollé un subtítulo llamado Privatización del secreto de Estado, tercerización e inteligencia paralela (página 506), en donde reseño algunos casos ejemplificadores recientes en que se ve cómo el sector privado incursiona en el sector inteligencia en América del Sur y mencino los problemas políticos, jurídicos y empresariales que supone y acarrea tal incursión.

¿Y cómo anda la inteligencia nacional luego de tanto sobresalto?
Pese a todo, creo que por buen camino. Con escasos recursos se hace más de lo que se puede, ¡y me lo van a decir a mí! Las actuales autoridades se están esforzando por sostener e institucionalizar el sistema, pero comprenderá que con el limitado techo presupuestal impuesto y asignado religiosamente desde el año 2003 - un promedio que oscila entre los 40 y 42 millones de soles anuales -, es escaso el margen de maniobra. Al menos ya se recuperaron cosas como el Curso Superior de Inteligencia (CSI), en la Escuela de Inteligencia, desactivado inexplicablemente desde el año 2000.

Al parecer a la DINI se le endosa la responsabilidad de haber hecho poco, o nada, en el caso del escándalo de los “petroaudios”…
Probablemente. Inicialmente aparecía como un problema netamente policial y de otras instancias del aparato público del Estado, como el Poder Judicial o el Ministerio Público. Luego comenzó a convertirse en un problema de carácter estratégico cuando se pudo percibir la profundidad y las dimensiones que contenía el tema. La corrupción es una amenaza real y tangible contra la seguridad nacional, allí es que intuyo que los tomadores de decisión pensaron que la DINI tenía que ver o haber hecho algo. Es relativo hablar de ello, pero lo cierto es que supuso un cambio de timonel en la conducción de la Dirección Ejecutiva de la DINI, cabeza del sistema de inteligencia en febrero pasado. El Plan Anual de Inteligencia (PAI), tendrá a futuro que considerar éste rubro dentro de las amenazas o riesgos a la seguridad. Será un gran desafío, pues allí germinaría la idea de incorporar al sistema anti-corrupción, por intermedio del Ministerio de Justicia, al Consejo de Inteligencia, el COIN. Ello Supondrá desde luego una revolución desde el punto de vista operativo y de procesamiento de las informaciones. Habrá que encontrar soluciones imaginativas a problemas nuevos. Acoto sin embargo que no puede negársele a éste gobierno un estilo en su manejo de la política de inteligencia mucho más coherente y consecuente que el anterior. El hecho de haber tenido solamente dos jefes de inteligencia hasta el día de hoy en este gobierno, -y roguemos porque ello sea así hasta el final del período-, es sin duda una señal muy favorable para con la institucionalización del SINA y la estabilidad de todos sus órganos componentes.

Sobre la crisis reciente de la inteligencia en Colombia, que es la más llamativa últimamente en la región, ¿qué pasa realmente por allá?
La inteligencia colombiana se encuentra en una crisis casi crónica. El gobierno del Presidente Uribe decidió liquidar el DAS y para esos efectos actualmente existe en el Congreso un Proyecto de Ley, PL 189 / 2009, sobre la creación de una nueva entidad, a la que llamarán Agencia Central de Inteligencia de Colombia (ACI). La reforma va a consistir en suprimir las amplias funciones que tenía el DAS y volverla una entidad más analítica, de generación de prospectiva estratégica y menos operativa, esa es una tendencia que marcó Chile en su reforma desde el año 1990 con la vuelta a la democracia y sus dos agencias de inteligencia en democracia, la DISPI de 1993 y la ANI de 2004. Seguramente habrá en el DAS purgas y ceses de personal, en donde justos pagarán por pecadores, como se ve, no solamente en el Perú suceden esas cosas.

¿Le gustaría ser, en un futuro, Director Ejecutivo de la DINI?
No estoy en política, y no creo que lo haré. En América Latina no tenemos esos perfiles tan polivalentes y versátiles de académicos o policy makers que combinan su actividad intelectual con los asuntos públicos, como Henry Kissinger, Luigi Einaudi, Jeanne Kikpatrick o Condolezza Rice. El jefe de inteligencia debe ser, a mi juicio, un hombre de absoluta confianza del Presidente. La era “ochentista” del almirante Stanfield Turner en los Estados Unidos o del general Emilio Alonso Manglano en España, es decir, de las jefaturas asépticamente técnicas ya pasó a la historia, y hace mucho tiempo.


jueves, 15 de octubre de 2009

!Qué la sigan mamando!


Ay Diego, Diego… Qué más se te podía pedir, a ti, al más mortal de los Dioses. Es que pocos entienden qué es ser Maradona. Solo algunos maradonianos confesos imaginamos en noches remotas el peso de tu leyenda. Hace algunos años escribí una carta, cuando dijeron que estabas grave, allá por el 2004 creo. Ayer que te vi más vivo que nunca, la copio de nuevo (es que en realidad, pese al subempleo que va camino al desempleo, no tengo nada más que “postear”):

Pelusa:
Algunos dicen que el fútbol lo inventaron los ingleses, y según me cuentan el primer mundial se jugó en 1930, en Uruguay. Jugó la selección peruana…de invitada por supuesto. Eso dice la historia, pero yo sólo tengo 24 años y no puedo corroborarlo. Si me preguntan sobre la historia del fútbol, tan sólo atinaré a decir que para mí el fútbol comenzó en el 86, en el mundial de México.
Todo empezó cuando estaba en primero de primaria y decidí comprar mi álbum de Editorial Navarrete para cambiar figuritas en el cole. Y ahí estabas tú, gambeteando a un jugador invisible en la portada, parado al costado de un enorme balón lleno de banderitas de todas partes del mundo. Salías ahí con tu imagen rechoncha, algo agarradito, melenudo, con una pancita que curvaba ligeramente las rayas verticales de la diez albiceleste. Apoyado en esas dos piernas de guerrero con la zurda de oro enfilando hacia el toque ideal, el pase preciso que creo que ni tu mismo sabías; sino que como dicen por ahí, te lo dictaba Dios. Y siguiendo ese mandato divino le metiste dos pepas a los británicos como para cobrarles lo de las Malvinas: ¿justicia divina? La mano de Dios cobró factura.
Recuerdo también la figurita que llevaba tu foto. Con la mirada altiva, hasta arrogante con cierto gesto adusto diría yo. Porque valgan verdades siempre fuiste un arrogante. Sería mucho exigirle a mi memoria recordar el número que correspondía a tu lámina, pero eso es lo de menos porque tu número siempre fue el diez. Tanto así que un buen día llegaste a un humilde equipo del sur de Italia, te vestiste de celeste una vez más e hiciste que el Nápoli de tu mano – o más exactamente de tu pie izquierdo- levantara todas las copas que jamás soñó. De esta manera la casaquilla número diez fue retirada de todas las posteriores alineaciones del equipo napolitano para que la memoria de tu juego divino no fuera perturbada por ningún mortal. Y así te convertiste en santo.
Así que en ese año del 86 era imperativo conseguir la figurita de Maradona. Habían otros; Burruchaga; el cabezón Ruggeri; el Pato Filliol, con el Estadio Nacional de Lima de fondo en la lámina. Pero la tuya Diego era la más difícil de conseguir. Una repetida del Pelusa valía por quince del legendario Pasarella por ese entonces. Incluso en el equipo del 90 alineó un tal Monzón que vino al Alianza Lima a calentar banca, pero no salía en el álbum de Navarrete.
Así que con siete años de edad y encandilado por la fantasía de tu solo nombre hice que mi mamá buscara por todo Lima la pelota esa con banderitas de la portada del álbum. No encontramos la misma, sino una parecida; en Polvos Rosados creo. Tuvo que comprar dos balones; otro para mi hermano mayor. Ni que decir de las camisetas, fue otra historia, casi nos matamos por la diez argentina. Todo niño quería ser como tú y llevar la diez. Tuve que ceder ante la progenitura de mi hermano y sus 20 kilos más de peso. Sin embargo, cabe aclarar, que yo siempre jugué mejor.
Aún tengo vivo el recuerdo de aquel año de 1986 como si fuese ayer; con El Pique, la mascota del Mundial, en dibujitos animados y aquel día en que iba con mi madre por la avenida Salaverry en nuestro Toyota Corolla del 82 que pintábamos cada cinco años para que parezca que nos comprábamos carro nuevo. No vi la final, no vi como bailaste a los alemanes; sólo recuerdo la algarabía en la calle, la gente que gritaba y otros que agitaban la bandera albiceleste, yo buscando papeles por todos los rincones del auto para romperlos en trozitos y arrojarlos por la ventanilla del carro como papel picado; y quien lo diría, en pleno Lima las bocinas de los carros al unísono y también en confusión sonaban tratando de corear un AR-GEN-TI-NA.
Ese año de 1986, cuando mi madre me llevaba no recuerdo a dónde por la avenida Salaverry y la radio confirmaba que reclamaste la copa que llevaba tu nombre, comenzó para mí el fútbol.
El resto es historia. Para la Copa del Mundo siguiente mamá no sé si por evitar pleitos o como buena pitonisa del balompié nos compró camisetas alemanas. Yo no me sabía los nombres de los alemanes. Mi hermano escogió y le tocó ser Mathaus, y me dijo que yo debía ser Klinsmann. Era lógico, para ese momento sólo había un Diego.
Llegó el Mundial de Italia y otra vez a comprar mi álbum de Navarrete. Ese año empezaron a salir las figuritas auto adhesivas. Dicen que no hiciste mucho ese año, pero sólo necesitaste de un instante a ritmo de samba para despachar a los brasileros de vuelta a casa. Bastó una sola jugada de tu zurda inmortal que coronó el pájaro Caniggia. Taffarel tendido en el gramado viendo como se inflaban las redes y se les iba la Copa.
Y ahí estabas de vuelta en la final abriendo tu bocota y mandando a todo el estadio Olímpico de Roma a la puta madre que los parió cuando pifiaron tu himno. El mismo estadio que años atrás hiciste delirar. Me saliste patriota Diego. Se me infló el pecho de orgullo sudamericano. Porque nunca te callaste nada y les escupiste a todos sus verdades en la cara. Porque también eras humano, eras hombre y no eras un Dios como algunos creímos. Porque llorabas Diego, y mucho, y tus lágrimas eran sinceras. Porque la gente te hizo creer más de lo que eras y creíste que eras invencible, como lo creí yo cuando pegaba tu figurita en mi álbum. Porque cuando esa enfermera rubicunda se llevaba de la mano al Pelusa en Estados Unidos 94 sabía que ya estabas acabando, que el antidoping dio positivo una vez más, que la dama del polvo blanco te estaba haciendo la marca personal como Reina aquella vez, que se acababa el mito y veíamos una vez más al hombre: al Diego de la Gente. A ese negrito de los potreros de Villa Fiorito es el que quiero ver hoy…por eso no te mueras ahora carajo.
Quiero de vuelta al Diego de la gente, no al que hacía malabares con el balón. Quiero al Diego que le cantaba Rodrigo, que en paz y en juerga descanse. ¿Por qué sabes una cosa Pelusa?, así como el fútbol empezó para mí en el 86, también acabó cuando te retiraste. No era la despedida del Pibe de Oro, sino que se le llamó la “Despedida del Fútbol”, se iba el fútbol en general y no sólo Maradona en particular; pues contigo se iba la magia, el deporte rey ya no sería igual. Y ahí estabas más gordo que nunca, más humano que nunca, llenando la Bombonera; y la Doce lloró y gritó hasta sangrar la garganta al verte con la camiseta de Boca. El loco Higuita te quería robar el show, pero la cancha era tuya. Yo estaba lejos y tampoco te pude ver en directo por TV aquella vez, pero me lo contó Jacobo, y también me contó que él y el Choclito lloraron al verte tan humano, tan vulnerable, tan Diego de la gente, cogiendo el micrófono y diciéndonos que ahí estabas tú, que eras simplemente Diego Armando Maradona, que cometías errores, demasiados errores, y sin embargo nos dijiste “que la pelota no se mancha”. Quédate hermano, que aún hay Diego de la gente para rato.


Por Eduardo Abusada Franco